Juan Lavalle fue invitado por Julian de Agüero, Salvador María del Carril y otras figuras del partido unitario a ponerse al frente de una revolución contra el gobernador. Entre las cosas que se acordaron, estaba la muerte de Dorrego si se resistía. El 1 de diciembre de 1828 derrocó al gobernador, que se retiró hacia el interior de la provincia, y se hizo elegir gobernador por una asamblea de partidarios en el atrio de una iglesia. Aclararon que no era una revolución, sino la recuperación de sus derechos por el pueblo.
Disolvió la legislatura, reemplazándola por un consejo consultivo de notables, y desterró a los federales más reconocidos, como Balcarce, Enrique Martinez y Tomas de Anchorena, entre otros.
Dorrego se unió al general Rosas y trató de defenderse, pero fue derrotado en la batalla de Navarro unos días después, el coronel Mariano Acha lo traicionó y entregó a Lavalle. Mientras éste esperaba al prisionero, todos los notables escribieron a Lavalle, destacándose las cartas de Del Carril y Juan Cruz Varela, que reclamaban la cabeza de Dorrego.
Disolvió la legislatura, reemplazándola por un consejo consultivo de notables, y desterró a los federales más reconocidos, como Balcarce, Enrique Martinez y Tomas de Anchorena, entre otros.
Dorrego se unió al general Rosas y trató de defenderse, pero fue derrotado en la batalla de Navarro unos días después, el coronel Mariano Acha lo traicionó y entregó a Lavalle. Mientras éste esperaba al prisionero, todos los notables escribieron a Lavalle, destacándose las cartas de Del Carril y Juan Cruz Varela, que reclamaban la cabeza de Dorrego.
El 12 de diciembre, en Navarro, Dorrego fue fusilado por orden de Lavalle.